Cuando la mente se acostumbra al cansancio
¡Cuántas veces nos sentidos agotados! “Nuestra cabeza no da para más”, solemos decir… Sin embargo, acostumbramos a continuar: “Tengo que terminar…”; “Tengo que entregar esto…”; “Tengo que solucionar este tema…”; “Tengo que recoger a…”; etc. Nuestras preocupaciones y las demandas externas atrapan nuestra mente y caemos en un estado de ansiedad y estrés que nos lleva al agotamiento. Y si no aprendes a parar tu mente, puede que se vean afectadas tu salud, tus relaciones, tu rendimiento y tu felicidad.
Aun así, nuestra mente es capaz de acostumbrarse al agotamiento y al cansancio hasta el punto de llegar a creer que estamos bien, que es lo normal… En nuestra vida nos comportamos como si viajáramos en avión. Cuando realizamos un viaje en avión, normalmente notamos el despegue, el aterrizaje y alguna turbulencia que otra, si las hay. Pero apenas notamos o no notamos en absoluto que vamos a 900 kilómetros por hora. Tanto es así que podemos despreocuparnos y ver una película, leer, trabajar e incluso dormir. Lo que notamos es el cambio de la aceleración del avión: cuando acelera para despegar, cuando decelera para aterrizar o cuando las turbulencias nos zarandean un poco.
Y en nuestra vida cotidiana ocurre de forma similar. Son muchas las personas que “van en su día a día a 900 km/h o más”, y no se dan cuenta. Tan sólo son conscientes de cuando reciben una exigencia mayor, para lo que se aceleran aún más; cuando las circunstancias que les rodean las zarandean; o incluso cuando se detienen para dormir o en los primeros días de algunas vacaciones, pues su mente no para… ¡Qué difícil es parar cuando se está acostumbrado a tanta velocidad en el día a día…! Nos podemos acostumbrar a vivir a una velocidad tal que, aunque estemos viviendo con estrés, con agobio, cansados todo el día, no lo notamos especialmente, nos convencemos de que es lo normal, o no sabemos ni que estamos estresados o agobiados. Pero el cansancio hace mella, poco a poco, y tarde o temprano merma la salud, el rendimiento y la capacidad de mantener buenas relaciones interpersonales. Y todavía más, no somos ni siquiera capaces de relacionarnos con nosotros mismos adecuadamente. Entonces, la mente habrá dejado de poder acceder a muchas de sus capacidades. La mente, en muchas de sus facetas, ha dejado de estar disponible.
La mente errante
En el estado de estrés o de agobio, o dicho de otra forma, cuando la tensión, por las razones que sean, se ha apoderado de nosotros, la mente no para, está como en ebullición, con pensamientos incesantes, dándole vueltas a todo. Es el estado de mente errante, el estado de “ruming”, donde nos pasamos el día “rumiando” todo lo que nos pasa, lo que nos preocupa, lo que tenemos que hacer, lo que nos ha pasado con tal persona, lo que ocurrirá (conforme a nuestras expectativas y forma de ver el mundo, claro está)… En este estado, la consecuencia más importante es que nuestra mente ha dejado de prestar atención a lo que hace, a lo que ocurre, a sí misma, a los demás y al entorno. Esto se debe a que los circuitos cerebrales que se encargan de la atención selectiva (la capacidad de concentrarnos en lo que estamos haciendo o en lo que intencionadamente nos ocupa y dejando de prestar atención a otras cosas) son los mismos que se mantienen activos cuando nuestra mente está dando vueltas a las cosas, rumiando. Y como no prestamos atención selectiva, intencionada, como no estamos concentrados, no nos damos cuenta tampoco de que nuestra mente no para. Y cuanto más ruming tenemos, más estrés o agobio experimentamos. Y cuanto más estrés o agobio generamos, menos disponibles están las capacidades de nuestra mente. Y cuanto menos disponible está nuestra mente, rendimos menos, socializamos peor (en el trabajo, en el ocio y en casa), y todo ello va afectando negativamente a nuestra salud, dada la actualmente incuestionable unidad mente – cuerpo que somos.
El secuestro emocional
En estos estados tan ajetreados, la mente está como secuestrada. Incluso ése es el nombre técnico que utilizamos para designar a tal estado de la mente: el secuestro emocional. Nuestros mecanismos de defensa están diseñados biológica y neurológicamente para hacer frente a las alertas que detectamos. Ante un alerta, ante una amenaza, nuestro cuerpo y nuestra mente reaccionan para sobrevivir, para salir airosos de ella. Una de las reacciones es la que se produce en la amígdala derecha del cerebro, situada en el hemisferio derecho. Al enfrentarse a la amenaza, la amígdala se hincha paulatinamente en la medida en que la sensación de amenaza persiste, impidiendo que la actividad del neocórtex (razonar) medie entre la señal de la amenaza y la respuesta. Ante la amenaza, la mente y el cuerpo reaccionan emocionalmente, pues se requiere inmediatez. Así, mientras la mente no para y se mantiene en el ruming, y el estrés o el agobio aumentan, la amígdala “secuestra las emociones” manteniéndonos en estado reactivo, en lugar del proactivo. Se produce un secuestro neuronal que impide que la capacidad de razonar esté plenamente disponible.
El entrenamiento de la atención
Para salir del secuestro emocional y poder gestionar el estrés o el agobio, y recuperar así las capacidades de la mente que restituyan nuestra salud, nuestra sociabilidad, nuestro rendimiento y nuestra posibilidad de ser más felices, necesitamos activar la atención selectiva, pues el cerebro, como hemos dicho, o está concentrado intencionadamente o está en modalidad errante, ya que son los mismos circuitos los que se ocupan de ambas facetas. Pero, si estamos en “modo ruming”, del que no solemos darmos cuenta, ¿cómo activamos la atención selectiva? La respuesta es entrenando. El entrenamiento de la atención es lo que nos ayuda a salir de una modalidad para entrar en la otra utilizando los mismos circuitos.
Los ejercicios de entrenamiento de la atención son antiguos. Existe toda una tradición oriental, como también hay una tradición occidental. Si nos remontamos, por ejemplo, a las escuelas de la antigua Grecia, encontraremos diferentes y variadas prácticas de prosoche (atención). Actualmente, cada vez está más en alza la práctica de la meditación como entrenamiento de la atención de la mente tanto en el ámbito privado como en el profesional. La misma Organización Mundial de la Salud está recomendando su práctica para conseguir y mejorar el bienestar de la mente, que es una preocupación creciente en el ámbito de la prevención de riesgos psicosociales en las organizaciones.
En nuestros días, varias propuestas han cobrado fama, como el modelo de reducción del estrés llamado Mindfulness, (que se suele traducir por atención plena). No obstante, este modelo tiene la dificultad de carecer de un método moderno para meditar, pues se apoya en el mismo tipo de ejercicios en los que se apoyaban las tradiciones orientales. Otros modelos, como la Neuromeditación, incorpora conocimientos actuales disponibles sobre el funcionamiento del cerebro y del cuerpo, enriqueciendo las técnicas tradicionales, haciéndolas más eficaces. Además, otra ventaja es su facilidad: el método es sencillo y rápidamente practicable por todo el mundo. Por ello, junto a la eficacia y la facilidad, la Neuromediatción es un entrenamiento eficiente de la atención de la mente. Por otro lado, los beneficios de la Neuromeditación no terminan en la atención plena, pues para este modelo, la atención plena es el primer paso, aunque fundamental, para alcanzar otros logros como gestionar los estados mentales y emocionales, de manera que podamos cambiar la personalidad superando las propias limitaciones aprendidas y heredadas, y aumentar la congruencia interna que conduce a la consecución de los grandes objetivos de la vida.
El Instituto de Alto Rendimiento (IAR), de la mano de Gonzalo Serra, ha desarrollado la Neuromeditación, un modelo analógico formal para el desarrollo de las capacidades humanas y del talento que genera beneficios en la salud, en el rendimiento y en el bienestar social y personal.
Cómo aprender a parar la mente
Gonzalo Serra, socio director de IAR, utiliza la Neuromeditación incorporándola a su jornada de trabajo. Además, realiza conferencias, talleres y cursos sobre Neuromeditación. Puedes encontrar algunas pistas para aprender a parar tu mente en los siguientes vídeos de uno de sus talleres.