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Fundamentos de la PNL
La Programación Neurolingüística (PNL) se fundamenta en los mecanismos emocionales y mentales que el ser humano utiliza de forma natural para adaptarse a las circunstancias y escoger la mejor de las opciones posibles. Cada situación vivida es “cartografiada” en nuestro cerebro formando una representación neuronal a la que se le asocian emociones.
Esta representación se mantiene en nosotros como un mapa que indica los caminos a seguir, y de tal manera actúa que funciona como un programa. La ventaja de conocer dichos mecanismos es que el mapa se puede modificar, es decir, podemos reprogramarnos neuronalmente para superar limitaciones y para potenciar fortalezas. Y una de las formas más potentes de hacerlo es mediante el lenguaje, porque el lenguaje es, a la vez, actor en la formación del mapa mental y en la comunicación del mismo. Estas tres dimensiones (programa, red neuronal y lenguaje) configuran los conceptos básicos sobre los que se levanta todo el edificio de la PNL y explican su nombre.

Experto en PNL

Trainer en PNL
Imparte cursos de PNL desde 2011 y utiliza la PNL para intervenciones en organizaciones y situaciones familiares e individuales.
Es socio fundador del Instituto de Alto Rendimiento (IAR).
En los últimos años, la aportación explicativa de la PNL sobre los funcionamientos del ser humano está siendo avalada por las investigaciones de la Neurobiología y la Neurociencia en general.
En este libro, Gonzalo Serra expone los contenidos básicos de PNL de última generación, por lo que destacan las aportaciones de Robert Dilts y Judith DeLozier, de quienes ha sido alumno. La base neurobiológica que aporta sigue la línea del neurobiólogo Antonio Damasio.
Junto a todo ello, además se exponen contenidos de desarrollo propio, como el Modelo de la Congruencia de la Identidad, entre otros.
Escuela de Rendimiento y Bienestar
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Modelo de la Congruencia de la Identidad
Creado por Gonzalo Serra. Permite representar la Identidad de cada persona y trabajar el cambio evolutivo. Facilita la exploración visual de “quién estoy siendo”, lo que permite intervenir en la congruencia interna para armonizar lo que se hace, lo que se piensa y lo que se es. Los frutos son: 1) mayor foco y sentido, 2) estado de logro, y 3) mejora del rendimiento, el bienestar y la felicidad.

La PNL es un modelo de trabajo, y su valor fundamental como modelo es su utilidad. Esto significa que la PNL no trata de ser una disciplina que explica cómo es el ser humano, sino que es un modelo para el trabajo del desarrollo personal y profesional. No trata, entonces, de dar descripciones “correctas” o “verdaderas” de los procesos internos de las personas, sino de construir “mapas instrumentales” que permitan aplicar útilmente estrategias de personas y profesionales excelentes para que otras las aprendan y las incorporen a sus procesos internos propios.
El modelo de comprensión del ser humano de la Programación Neuronlingüística (PNL), que se fundamenta en el modelado del comportamiento, nos ayuda a conocernos mejor. El modelado del comportamiento implica observar y definir “mapas mentales” de personas (qué hacen y cómo lo viven internamente) cuyos procesos han tenido éxito y que subyacen a una actuación excepcional de algún tipo. En este sentido, el objetivo del modelado de la conducta es crear un mapa o “modelo” pragmático de un comportamiento utilizable por cualquiera que se sienta motivado para reproducir o simular algún aspecto de aquella actuación. Con otras palabras, el objetivo de este modelado consiste en definir los elementos esenciales del pensamiento, de las emociones y de la acción requeridos para producir la respuesta o el resultado que se desea.
Se puede, entonces, definir la PNL como un estudio de la estructura de la experiencia subjetiva. La PNL estudia los patrones de “programación” creados por la interacción entre la mente (“neuro”), el lenguaje (“lingüística”) y el cuerpo. Desde la perspectiva de la PNL, esta interacción produce comportamientos efectivos y potenciadores y también comportamientos no efectivos y limitadores, de tal forma que es responsable igualmente de los procesos que se hallan detrás de la excelencia humana y de las patologías.
En el ser humano, las conductas, las expresiones y las reacciones tangibles son “estructuras superficiales”, es decir, el resultado de la proyección de “estructuras profundas” de la realidad humana. La experiencia de dichos niveles de estructura permite distinguir entre proceso y producto. Los productos son la expresión del nivel superficial de los procesos generativos más profundos y menos tangibles que se encuentran en el origen de las conductas, las expresiones y las reacciones. Así, las “estructuras profundas” son potenciales latentes que se vuelven manifiestos en “estructuras superficiales” concretas como resultado de un conjunto de transformaciones. Este proceso incluye la destrucción y la construcción selectiva de información a través de los procesos de generalización, de los procesos de omisión o eliminación y de los procesos de distorsión de los datos recibidos de la realidad.
Trabajar con el movimiento entre las estructuras a las que nos estamos refiriendo facilita definir un conjunto de transformaciones suficientemente completo como para obtener una expresión adecuada y útil de la estructura profunda. Conviene que ese trabajo se haga teniendo en cuenta los diferentes niveles de experiencia de la persona: su entorno, sus acciones, sus capacidades y estrategias, sus sistemas de creencias y valores, su identidad y su contribución al sistema.
Para alcanzar la excelencia necesitamos liberarnos de los aprendizajes que nos puedan estar limitando y generar nuevos aprendizajes que pongan en juego nuestro potencial que permanecía dormido. Y para ello podemos servirnos de técnicas de PNL que son el fruto del modelado de personas que sobresalen en su desempeño.
El nombre de la PNL nos permite comprender cómo puede llevarse a cabo tal reprogramación. Desde que nacemos, como hemos dicho, vamos adquiriendo aprendizajes que se comportan en nosotros como un programa informático, de tal manera que vivimos “programados” (Programación), condicionados, por nuestros recuerdos, experiencias, creencias, patrones de aprendizaje… Dichos programas se instalan a través de redes neuronales: cada aprendizaje genera conexiones entre neuronas que, al asentarse de manera automática (hábitos) configura, junto a otros, toda una red neuronal (Neuro). Y la programación fruto de los aprendizajes que se asienta físicamente en redes neuronales está sostenida por el lenguaje (Lingüística): el lenguaje (verbal y corporal) estructura y es estructurado por nuestros procesos de pensamiento y sostiene nuestro comportamiento y disposición ante la vida. Éste es nuestro funcionamiento natural y espontáneo. Y si utilizamos los mismos mecanismos para generar nuevos aprendizajes que no nos limiten o que nos limiten menos, podemos “reprogramarnos”. Utilizando el lenguaje de una manera que construya y nutra, podemos generar nuevos pensamientos que desactiven las redes neuronales establecidas para activar otras nuevas de manera que transformen nuestras emociones y, al final del proceso, nuestro cuerpo, sede de las reacciones y conductas inconscientes, y así se cargue de una nueva química más saludable y más potenciadora.
Reprogramarnos implica también ganar en congruencia. La “congruencia”, desde la PNL, tiene que ver con la interrelación de las “partes” que nos configuran. En la medida en que nuestras energías y capacidades están dispersas y enfocadas en objetivos diversos, en esa misma medida será más o menos difícil alcanzar la plena felicidad, la excelencia y un nivel alto de rendimiento profesional. La finalidad última de conocernos mejor consiste en reprogramarnos para alcanzar un grado de congruencia máximo que nos permita ser felices y poner en juego todo nuestro potencial, consciente e inconsciente.
La PNL trabaja para la reprogramación con el mapa mental de las personas, y en ello tiene mucha importancia la manera en que pensamos y el “lenguaje representacional” del cerebro. Cuando pensamos sobre la realidad y los acontecimientos, ya sean externos o internos, reales o imaginados, lo hacemos representando en nuestro cerebro el objeto de pensamiento a través de imágenes, sonidos y sensaciones. Cada pensamiento que elaboramos está configurado por alguna imagen, algún sonido (también consideramos como sonido lo que en ese pensamiento pudiéramos estar diciéndonos a nosotros mismos) o por alguna sensación corporal.
Conviene aquí diferenciar la sensación de la emoción. Ante, por ejemplo, un incendio en la casa propia, uno puede tener, por un lado, la sensación de calor y la sensación de asfixia, y, por otro, la emoción de miedo y la emoción de tristeza por lo que se pierde o por los que puedan estar viéndose afectados. Así como el calor y la asfixia son sensaciones y no emociones, el miedo y la tristeza son emociones y no sensaciones. Y si traemos a la mente el recuerdo de algún incendio vivido o lo imaginamos (invito a que se haga ahora), podremos darnos cuenta de que lo que estamos pensado tiene o está representado por alguna imagen, incluye algún sonido y contiene sensaciones corporales. Y ese pensamiento, representado por imágenes, sonidos y sensaciones, provoca algún tipo de emoción, entendida ésta como la valoración que hacemos del pensamiento que estamos teniendo. Por eso, al trabajar con el mapa mental de las personas, lo que hacemos es modificar las imágenes, los sonidos o las sensaciones de tal manera que cambiemos las emociones. Podemos probar de qué manera cambia la emoción si introducimos en nuestro pensamiento sobre el incendio mucha cantidad de agua o si introducimos el sonido de mucha agua cayendo desde varias mangueras o si introducimos una temperatura más baja, incluso de fresco. Al trabajar sobre nuestro mapa mental conseguimos hacer un “cambio de estado”, lo que tiene una incidencia altísima en el nivel de rendimiento profesional y en la reprogramación del ser que somos, pues la secuencia neurológica de pensamientos, emociones y experiencias generan la química corporal que hace que seamos de una forma o de otra.
La PNL, por tanto, es un modelo de desarrollo del ser humano que nos permite generar los cambios que necesitamos para alcanzar los resultados deseados de una manera eficaz y ecológica con todo lo que somos y con el sistema en el que nos movemos. Su aplicación al ámbito personal incrementa la felicidad y en el ámbito profesional conduce hacia altos niveles rendimiento. Y la combinación de ambas facetas se traduce en resultados personales y corporativos.
La PNL es una herramienta eminentemente práctica que aplica el conocimiento que tenemos del funcionamiento de la mente humana al desarrollo de habilidades y capacidades de las personas en los diferentes ámbitos de sus vidas.
Hoy sabemos que nuestros pensamientos nos abren o nos cierran a unas u otras experiencias, y que éstas, al vivirlas, generan en nosotros emociones que provocan la secreción de las hormonas y, en general, toda la química que configura nuestro cuerpo. Así, en función del tipo de pensamientos con el que habitualmente caminamos en nuestro día a día y de su gestión, gozaremos de una mejor o peor salud.
Y más aún. La gestión de nuestros pensamientos, para lo que se hace imprescindible la competencia de la autoconsciencia, determina nuestra capacidad para alcanzar los objetivos o metas que nos propongamos, el grado de motivación con el que nos movamos hacia ellos y el nivel de estrés con el que nos enfrentamos a nuestras tareas y actividades diarias.
Por otro lado, la gestión de los pensamientos está vinculada a la utilización de lenguaje. La utilización que hagamos del lenguaje sostiene en nosotros unas conductas u otras, mantiene nuestra disposición ante la vida y sus acontecimientos. Cómo utilicemos el lenguaje no se refiere a su uso más o menos “literario”, sino a lo que transmitimos a otros y a lo que nos decimos a nosotros mismos a través de él. En este sentido, la gestión de los pensamientos y del uso de lenguaje nos permiten alcanzar grados de excelencia en la comunicación eficaz.
Aprender a gestionar el pensamiento y el lenguaje nos posibilita la gestión emocional. Como ya hemos señalado, los pensamientos nos abren a experiencias que provocan en nosotros emociones. Y el uso y gestión del lenguaje modifica los pensamientos. De esta forma, si aprendemos PNL para la gestión a la que nos estamos refiriendo, podremos gestionar también nuestras emociones, una cuestión fundamental para el alto rendimiento, para vivir sin estrés, para la mejora de las relaciones sociales y familiares y para ser más felices.
Así, hacer nuestras las posibilidades que la PNL nos brinda, nos permite, entre otras cosas, lo siguiente:
- Aprender el arte de la comunicación eficaz.
- Hacer una buena formulación de objetivos y lograr la congruencia interna para alcanzarlos.
- Gestionar el estrés y nuestras emociones.
- Modificar nuestras conductas para rendir más y mejor.
- Mejorar nuestra salud, incluso eliminando algunas adicciones, fobias y miedos y algunas alergias.
- Mejorar nuestras relaciones personales con los demás y con nosotros mismos.
¿Y cómo es posible todo esto? La explicación se encuentra en que, aunque hablemos de ello de forma separada, los seres humanos somos una unidad en la que lo cognitivo, lo emocional, lo físico, lo energético y lo esencial o espiritual no se vive de forma independiente. La armonía entre todas estas dimensiones que nos configuran hacen posible la consecución de nuestros objetivos, el alto rendimiento, la salud y la felicidad. La PNL es una herramienta que nos ayuda a lograr esa armonía porque pone en contacto lo evidente y consciente (lo que se ve) -como nuestras conductas- con lo no evidente e inconsciente (lo que no se ve) -como nuestras capacidades, creencias y valores, nuestra identidad, etc.
¿Para qué sirve, entonces, la PNL? Para desarrollarnos como personas y poner en juego todo nuestro potencial pudiendo alcanzar de esa manera la excelencia en aquellas áeras de nuestra vida en las que queremos mejorar.
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